Mujer palmeándose la frente con expresión de darse cuenta de que ha cometido algún error

5 Indicios de que has tomado una mala decisión al contratar a esa persona

Los procesos de búsqueda y selección son… delicados. La responsabilidad de un o una recruiter es muy alta: encontrar a la persona con el mejor perfil para un determinado puesto para que la empresa que la contrate pueda seguir avanzando en su proyecto. Por eso, como buenos y buenas profesionales, ponemos todo el mimo, cuidado y dedicación para encontrar siempre a ese unicornio candidato/a que el equipo necesita. Pero, a veces las cosas no salen como las teníamos previstas. Y, pese a todo el detalle prestado, al final resulta que no hemos tomado la mejor decisión. Vaya, ¡nos hemos equivocado al contratar a esa persona! 😱 

No te preocupes, es algo que puede ocurrir. Somos humanos y en nuestros genes está el arte de errar. Pero como decía Rafiki en la maravillosa “El Rey León”: puedes huir de tus errores, o aprender. 

La clave está en detectar a tiempo los indicios que nos señalan que hemos tomado una mala decisión de contratación, identificar qué ha fallado, y tomar medidas para que no vuelva a ocurrir. 

Si alguna vez te has visto envuelto/a en una situación parecida o simplemente quieres estar preparado/a para mitigar los efectos de un posible “¡ups!”, entonces te invito a que sigas leyendo. 

¡Empezamos! 


Lo que encontrarás en este artículo


#1. Consecuencias de una inadecuada contratación 

Sí. No es ninguna sorpresa decir que contratar a la persona inadecuada tiene consecuencias negativas. En cambio, no tanta gente es consciente de que una mala decisión no solo repercute en la empresa, sino también en la pobre persona que se unió al equipo. 

Anda ya… si debería estar encantada de tener trabajo. 

¿Seguro? Pongámonos en situación.  

Has pasado un proceso de selección en el que, leyendo el anuncio, haciendo las entrevistas y durante el onboarding, te has ido generado unas expectativas. Creías firmemente que tu perfil encajaba en el puesto y que serías un superninja de la eficacia. Los/as encargados/as de llevar a cabo el proceso de recruiting también lo pensaban y por eso se decantaron por ti. 

Y llegas a tu primer día de trabajo y… notas que algo no cuadra. Las tareas no son las que pensabas. El feeling con los compañeros es raro. La cultura no te acaba de encajar. Y piensas… ¿seré yo?  

Pasan los días y no te adaptas. Te cuesta hacer tu trabajo, no entiendes muy bien cómo funcionan los procesos y, por más ayuda que recibas, en tu mente solo hay un mono tocando los platillos

Entonces, empiezan a aparecer por tu mente nubarrones negros y a experimentar sentimientos intrusivos: fracaso, inutilidad, desmotivación… 

Desde luego, no podemos decir que sea agradable, ¿verdad? Y no, no es que la persona sea una inútil. Es simplemente que esa pieza no formaba parte de ese puzzle 😢 

Por otro lado, la repercusión para la empresa es más evidente. Si contratamos al candidato/o inadecuado/a, perdemos dinero y tiempo, ambos debido a los costes de la baja productividad y al hecho de tener que reinvertir en un nuevo proceso de selección o en programas de formación extras.  

Además, también influimos en el resto del equipo, que tendrá que cargar con más trabajo, incrementando sus niveles de estrés. 

Ahora la pregunta es… ¿y el culpable de esta situación quién es? Pues seguramente, no se trate del quién, si no del qué.  

Y es que, es imprescindible contar con un proceso de selección bien pulido para que estas cosas no pasen.  

Siempre puede haber alguna persona candidata zalamera que quiera embaucarnos para conseguir un puesto (pese a lo que ya hemos visto que podría ocurrirle). Sin embargo, si todas las fases están correctamente diseñadas y enfocadas a evaluar el talento sin sesgos ni riesgos, las probabilidades de tomar una mala decisión a la hora de contratar a alguien se reducen mucho. No será infalible al 100%, pero sí a un 80%. 

Y si no tienes ni idea de qué hacer, siempre puedes contar con un equipo de profesionales especializados, curtidos en mil batallas y con la experiencia suficiente como para reducir los riesgos hasta un 90%.  

#2. Señales de que has contratado a la persona equivocada 

Vistas las consecuencias, no hace falta que te digamos que detectar las señales de alarma cuanto antes es fundamental para prevenir el desastre.  

Lee con atención los siguientes párrafos, pues te vamos a compartir las “red flags” que te alertarán de que tu decisión de contratación no ha sido la más acertada. 

1. Incapacidad de entender tareas básicas, incluso con ayuda 

Al incorporarnos en una nueva empresa, todos/as pasamos por un periodo de adaptación en el que es normal que necesitemos un poco más de ayuda. Sin embargo, una vez que el o la líder de equipo ve que estamos preparados/as, nos deja volar en solitario.  

Cuando la persona que hemos contratado no es la idónea, el periodo de adaptación parece no tener fin. Pasadas las semanas, se siguen cometiendo los mismos fallos y las tareas pendientes se acumulan porque es incapaz de llevarlas a cabo sola.  

2. Ambiente de trabajo enrarecido 

Compañerismo, camaradería, dinamismo… cultivar un clima laboral sano lleva su tiempo, pero con la gestión adecuada, se mantiene estable.  

Sin embargo, si notas que el ambiente que tanto te ha costado construir se empieza a desmoronar, y lo hace precisamente en el momento en que ha entrado una persona nueva… Bueno, quizás tenga algo que ver.  

3. Constantes cambios y quejas en la operativa 

Es bueno que las nuevas incorporaciones aporten sus propias ideas. Da frescura a la empresa y permite descubrir posibilidades que se nos podían haber pasado por alto. El problema llega cuando se pone todo patas arriba. Aportar ideas es una cosa, intentar cambiar la forma de trabajar y alterar las dinámicas es otra.  

Frases como “Pues en mi otra empresa esto no se hacía así” y otras quejas del estilo de forma continuada, suelen ser un indicador de que el encaje está fallando y que la persona que hemos incorporado a la plantilla tal vez no se esté adaptando como debería. 

4. Falta de comunicación 

Desde que se implantó el teletrabajo y el trabajo híbrido como prácticas habituales, los/as empleados/as pueden parecer desconectados de la empresa y dar la sensación de poca comunicación. Sin embargo, no fallan a la hora de responder e-mails, siempre informan de sus avances y realizan sus acciones de manera honesta y transparente. La comunicación, aunque en menor grado que en presencial, sigue siendo fluida. 

No ocurre lo mismo en aquellas personas que no encajan con el equipo, teletrabajen o no. Es complicado establecer contacto con ellos/as, los avances en sus tareas son una incógnita, siempre intentan ir en solitario y, el miedo a cometer errores, hace que tengan tendencia al secretismo

5. Retrasos continuos en las entregas de todo el equipo 

Con la incapacidad de llevar a cabo las tareas, la carga de trabajo se acumula. Sin duda, un problema que genera estrés y ansiedad en la persona que decidimos contratar (equivocadamente). Por si esto no fuera suficientemente problemático, ese malestar tiene un efecto en cadena. 

Hoy en día, son pocas las empresas que no trabajan en equipo. Lo que significa que, si uno/a falla, fallan todos/as. El resultado: nadie puede hacer su trabajo a tiempo y todos los proyectos en marcha se acaban retrasado o, peor, anulándose. 

#3. Qué hacer cuando te has dado cuenta de que has contratado a la persona equivocada 

He aquí el quid de la cuestión, y parece que las opiniones están dividas: 

Según una investigación llevada a cabo por Robert Half, una vez hecha la contratación de dudosa eficacia, el 40% de las empresas optarían por desvincular a la persona e iniciar una nueva búsqueda, mientras que otro 39% preferiría invertir tiempo y dinero en su formación hasta convertirla en el perfect match que debía haber sido desde el principio. 

En cualquier caso, no podemos dejar a la persona en cuestión a la deriva. Será necesario hablar con ella y explicarle, con cariño y respeto, la situación actual y valorar juntos las diferentes alternativas.  

Y por supuesto, lo que hay que hacer sin ningún tipo de duda es una revisión del proceso de selección. ¿La entrevista se hace con la metodología adecuada? ¿Hacemos las preguntas correctas? ¿Los test de evaluación son los que idóneos? ¿Los anuncios están bien redactados? Todo ello son aspectos que se deben revisar para no volver a cometer el mismo error.  

Y tú, ¿qué harías? ¡Te leo en los comentarios! 😀 

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