En el mundo empresarial, el éxito suele asociarse con la competencia feroz, la estrategia individualista y la mentalidad de «quien da primero, pierde«. Error.
La realidad es muy distinta.
Las investigaciones demuestran que, a largo plazo, los profesionales y empresas que triunfan no son los que buscan solo su propio beneficio, sino aquellos que construyen relaciones sólidas a través de la colaboración y la generosidad.
Es decir, la clave está en quién da y quién toma.
Mientras los dadores ayudan a los demás sin esperar una recompensa inmediata, los tomadores buscan maximizar su propio beneficio a expensas del equipo.
¿El resultado?
Los tomadores pueden ganar a corto plazo, sí, pero los dadores son los que realmente impulsan el éxito a largo plazo de su equipo y su organización.
En este artículo, vas a ver por qué los dadores superan a los tomadores, cómo fomentar una cultura de colaboración auténtica y cómo identificar a los verdaderos jugadores de equipo.
¡Empezamos!
Lo que encontrarás en este artículo:
#1. ¿Qué diferencia a un «dador» de un «tomador»?
Para entender cómo funciona la dinámica de dar y tomar en el trabajo, primero hay que definir ambos perfiles:
Tomadores: Los del éxito a cualquier precio
Los tomadores son aquellas personas que buscan maximizar su propio beneficio sin preocuparse demasiado por los demás:
- Se enfocan en lo que pueden conseguir, no en lo que pueden aportar.
- Tienden a apropiarse del trabajo ajeno o a minimizar el mérito de los demás.
- No comparten conocimientos ni recursos a menos que obtengan algo a cambio.
- Priorizan su crecimiento individual sobre el crecimiento del equipo.
Estas personas, aunque a priori parezca que consigan resultados enseguida, a la larga generan desconfianza y deterioran la cultura del equipo.
Dadores: El ingrediente para el éxito sostenible
Por otro lado, los dadores son personas que aportan valor sin esperar una recompensa inmediata:
- Comparten información, recursos y oportunidades sin segundas intenciones.
- Ayudan a sus compañeros a crecer y alcanzar sus objetivos.
- Generan confianza dentro del equipo y fortalecen las relaciones laborales.
- Crean un ambiente donde la colaboración y la innovación florecen.
Curiosamente, aunque los dadores pueden parecer más vulnerables, son los que consiguen los mayores éxitos a largo plazo.
¿Por qué? Te lo contamos a continuación.
#2. ¿Por qué los dadores superan a los tomadores en el largo plazo?
Los equipos formados por dadores tienden a tener más éxito y ser más productivos y resilientes.
Aunque en un primer vistazo pueda parecer que los tomadores tienen ventaja – porque acaparan el crédito, buscan el reconocimiento y priorizan su propio beneficio –, la realidad es que su impacto a la larga es insostenible.
En cambio, los dadores construyen relaciones sólidas, generan confianza e impulsan a todo el equipo, lo que los convierte en personas esenciales.
Aquí te contamos por qué:
1. Crean relaciones de confianza
Cuando alguien ayuda sin segundas intenciones, los demás lo perciben como una persona auténtica y de fiar. Esto genera un ambiente en el que todos se sienten cómodos compartiendo ideas, colaborando y apoyándose mutuamente.
¿Y qué implica esto en el día a día?
Pues que un equipo basado en la confianza trabaja mejor bajo presión, gestiona mejor los conflictos y tiene una mayor cohesión.
Mientras que los tomadores suelen generar un clima de desconfianza y competencia innecesaria, los dadores fortalecen los lazos entre compañeros, lo que se traduce en equipos más sólidos y comprometidos con un objetivo común.
Dicho brevemente: las relaciones de confianza mejoran la comunicación, reducen los malentendidos y facilitan la resolución de problemas.
2. Construyen una reputación positiva
Los dadores atraen oportunidades.
Piénsalo: ¿con quién prefieres trabajar o hacer negocios? ¿Con alguien que solo se preocupa por su propio beneficio o con alguien que te apoya y te ayuda a crecer?
Las personas que aportan valor sin esperar nada a cambio construyen una reputación de fiabilidad y generosidad, convirtiéndolos en referentes dentro de su empresa e incluso en su sector.
Por el contrario, los tomadores pueden tener éxito en el corto plazo, pero su comportamiento egoísta acaba pasándoles factura. Con el tiempo, la gente empieza a notar sus patrones y los evita, lo que les cierra puertas y limita su crecimiento profesional.
Al final, la reputación que construyes define las oportunidades que tendrás. Y los dadores siempre terminan ganando en este aspecto.
3. La motivación es interna, no externa
La diferencia fundamental entre dadores y tomadores radica en lo que los impulsa.
Los tomadores buscan recompensas externas: dinero, ascensos, reconocimiento público. Su satisfacción depende de lo que reciben, no de lo que hacen.
Por otro lado, los dadores encuentran motivación en el impacto que generan en los demás y en la satisfacción de ayudar a su equipo a crecer.
Este tipo de motivación es más duradera y resistente a la adversidad, lo que hace que los dadores sean más persistentes y efectivos a lo largo del tiempo.
Mientras que un tomador pierde interés si no obtiene una recompensa inmediata, un dador sigue comprometido porque su motivación viene de dentro.
Esta diferencia se vuelve evidente en momentos de crisis, cuando los equipos necesitan líderes resilientes y comprometidos con el propósito colectivo, no personas que solo buscan su propio beneficio.
4. Generan entornos donde todos crecen
Las organizaciones que fomentan la generosidad como un valor central experimentan beneficios que van más allá del desempeño individual:
- El aprendizaje se acelera: La gente comparte conocimientos y experiencias sin miedo a perder su «ventaja competitiva».
- La innovación se dispara: Las ideas circulan con mayor facilidad, se construyen sobre las aportaciones de otros y surgen soluciones más creativas.
- La moral se mantiene alta: Los empleados se sienten valorados y apoyados, reduciendo la rotación y aumentando la satisfacción laboral.
Y esto, a largo plazo, es lo que marca la diferencia entre una organización que se estanca y otra que crece continuamente.
#3. Cómo fomentar una cultura de colaboración auténtica
Si quieres evitar un ambiente competitivo tóxico y, en su lugar, construir una cultura en la que la colaboración sea lo habitual, aquí tienes algunas estrategias que puedes poner en práctica:
1. Liderazgo ejemplar
El cambio comienza desde arriba. Los líderes deben ser los primeros en dar sin esperar nada a cambio.
Si los managers comparten información, apoyan a sus equipos y se enfocan en el éxito colectivo, crean un modelo a seguir que el resto de la organización imitará.
2. Recompensa la generosidad, no solo los resultados individuales
No bases los incentivos únicamente en logros individuales. En su lugar, puedes combinarlos con sistemas de reconocimiento que valoren la colaboración, el apoyo mutuo y la ayuda desinteresada.
Por ejemplo, puedes lanzar una iniciativa donde los empleados puedan nominar a esos compañeros que siempre están ahí para echar una mano.
3. Crea espacios para la conexión
Los dadores prosperan en entornos donde la colaboración es parte del día a día. Si el equipo solo interactúa en reuniones formales o en correos electrónicos llenos de to do, será difícil que la generosidad y el apoyo mutuo se conviertan en la norma.
Por eso, es importantísimo diseñar espacios donde las personas puedan compartir conocimientos, apoyarse y generar confianza de forma natural.
Para ello, puedes organizar sesiones de mentoring, reuniones informales o incluso actividades fuera del ámbito laboral que faciliten la interacción.
También puedes habilitar canales de comunicación donde los miembros del equipo puedan hacer preguntas, ofrecer ayuda o simplemente intercambiar ideas sin la presión de un formato rígido.
Cuanto más fácil sea para el equipo conectar entre sí, más se fortalecerá la cultura de colaboración.
4. Haz que la colaboración y la generosidad sean parte del ADN de la empresa
La generosidad en el trabajo no debe depender solo de la buena voluntad de algunas personas: debe estar integrada en la forma en la que funciona la empresa.
Para que esto suceda, es fundamental que los valores de colaboración y apoyo mutuo no sean solo palabras bonitas en la misión de la compañía, sino que se reflejen en las decisiones del día a día.
Esto es: desde cómo se reconocen los logros individuales y colectivos hasta los criterios con los que se mide el desempeño, todo debe alinearse con la idea de que ayudar a los demás es un pilar clave del éxito.
Incluye estos valores en los procesos de evaluación del desempeño, en los programas de incentivos y en la cultura de liderazgo.
#4. El caso Ronaldo: Talento individual vs. impacto en el equipo
En este blog nos gusta usar ejemplos del día a día, y más de una vez ya nos habrás leído usar el fútbol como símil para el business 😂
Pues aquí va otro: El caso Ronaldo. El de Portugal, no de Brasil.
Cristiano Ronaldo es uno de los mejores jugadores de la historia, pero su estilo de juego es altamente individualista. Aunque su talento es indiscutible, su enfoque en logros personales erosiona el rendimiento general del equipo.
Por otro lado, jugadores como Xavi Hernández o Andrés Iniesta han destacado no solo por su habilidad, sino por hacer mejores a quienes los rodean.
¿Te acuerdas de la final del Mundial 2010? Iniesta no solo metió el gol que nos hizo campeones, sino que durante todo el partido estuvo repartiendo juego, dándole fluidez al equipo y poniendo balones que rompían líneas.
Lo mismo con Xavi en la final de la Champions de 2009 contra el Manchester United. El Barça dominó ese partido gracias a su visión, y su asistencia milimétrica a Messi para el 2-0 fue la guinda del pastel.
Estos jugadores no necesitaban ser los más vistosos. Pero sin ellos, sabemos que el equipo no funcionaba igual.
Pues en el mundo empresarial ocurre lo mismo. Un empleado estrella que solo busca brillar él solo puede no ser tan bueno como alguien que se preocupa por sumar, que comparte su conocimiento y hace que el resto mejore.
#5. Creando una cultura de generosidad en tu empresa
Si quieres fomentar el comportamiento de los dadores en tu equipo, una excelente estrategia es implementar un programa de mentoría interna como:
- Mentoría inversa: Donde los empleados más jóvenes enseñan nuevas habilidades a los más experimentados.
- Sesiones de intercambio de conocimientos: Donde se comparten experiencias y aprendizajes clave.
- Grupos de apoyo profesional: Espacios donde se fomente la colaboración en la resolución de problemas.
Pero más allá de iniciativas puntuales, si realmente quieres que la generosidad y la colaboración formen parte del ADN de tu empresa, necesitas trabajar en la cultura, el clima y el compromiso de tu equipo.
En Global Human Consultants, ayudamos a las empresas a diagnosticar y fortalecer estos tres pilares a través de metodologías que fomentan el sentido de pertenencia, la transparencia y la cooperación entre los empleados.
Si en tu organización aún prevalece una mentalidad individualista y quieres transformarla en una cultura donde los equipos comparten, crecen y se apoyan mutuamente, contáctanos.